Unos simples muros...





Todo se reduce a unos simples muros.


Esos que en algún momento de tu vida decides levantar para que te separen del resto del mundo, para no sufrir más. Por eso decides levantarlos para alejar el sufrimiento.

Esos que construyes como coraza, rogando que nadie se atreva a despojarte de ella.
En algún momento hay que decidirse.

Pero esos muros no mantienen a los demás fuera, sino a ti dentro. Esos muros acaban cohibiéndote. ¿Estas dispuesta a ello?

Al levantar esos muros nos estamos convirtiendo en esa mariposa que atrapamos con nuestras manos. A la que encerramos. Por lo que no separamos las manos.  A la que siquiera miramos por miedo a que escape y se haga daño. ¿Estás dispuesta a ser esa mariposa prisionera?

Pasas los días rogando que nadie se atreva a saltarlos. Pasas los días preocupada.  ¿Acaso eso no es eso sufrir?

La vida es un caos, somos así, pero quizás un muro aleje también ese caos. ¿Y si no es así? ¿Y si el muro no es la solución?

Al levantar un muro te obligas a permanecer en ese lugar, te prohíbes cambiar, te impides avanzar, te opones a crecer, rechazas amar algún día. ¿Y eso es vida?

Puedes pasarte la vida levantando muros o puedes vivirla saltándolos, destruyéndolos.

Una vez que tenemos nuestra coraza nos da miedo mirar por encima de ella, no sabemos que hay al otro lado.

Quizás merezca la pena arriesgar y saltar. Quizás las vistas al otro lado sean maravillosas. Quizás nos estemos perdiendo más de lo que pensamos. Quizás no estemos viviendo. Quizás necesitemos volar y dejar de estar atrapados.


¿Y si decido saltar?

¿Y si decido liberar esa mariposa? ¿Y si finalmente vuelo?

¿Cómo serán las vistas al otro lado?



                             Beatriz Sánchez


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