Una pequeña ilusión
¿Cuántas veces has dicho que querías estar solo cuando lo
que necesitabas era que alguien se acercara a darte un abrazo?
¿Cuántas veces has dicho que estabas bien esperando que
alguien se diera cuenta de que no lo estabas?
Y sobre todo, ¿cuántas veces has dicho que no te pasaba nada
cuando sentías que te pasaban mil cosas y no lo sabías ni tú?
Porque a veces la respuesta más sencilla a la pregunta “¿Qué te ocurre?” Es nada.
Ese nada esconde las mil cosas que no sabes que te están
pasando.
Puede esconder la soledad,
el corazón roto,
las promesas incumplidas,
la distancia,
las ganas de llorar,
la rabia acumulada por los años,
el
necesitar gritar para desahogarnos,
la incapacidad para reconocer que estamos
mal y que necesitamos un abrazo
o incluso puede llegar a esconder la
inseguridad.
Esa inseguridad creada por necesitar ver a alguien,
necesitar que te sonría, necesitar que te haga feliz, necesitar que te abrace,
necesitar que te complemente, necesitar que te acaricie y te bese, necesitar
que te diga que te quiere, necesitar ser amado.
Simplemente la necesidad de
sentir que te necesiten crea mil inseguridades.
Y todo ese tiempo pensaste que esas inseguridades las creaba
el amor.
Quizás no era amor, tal vez esa pequeña necesidad de sentir
algo diferente.
Algo a lo que aferrarte para sobrevivir.
Algo que marcara tu
vida por un momento.
Alguna ilusión para poder volver a estar bien.
Pero quien
se alimenta de ilusiones, se intoxica de decepciones.
Beatriz Sánchez
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