Días grises



Adoro los días grises, pero los días grises de tormenta, esos en los que el único ápice de luz es un relámpago transformándose en fuegos artificiales. Esos en los que la lluvia borra todo a su paso, limpiando y dejando una huella inapreciable.

Los mismos en los que me encanta sentarme en la cama rodeada de mantas, sintiéndome a salvo entre mi taza de café y mi libro favorito. Disfrutando de la lluvia y su repicar en la ventana. Contando los segundos desde que veo reflejado mi particular fuego artificial hasta que estalla lo inevitable, como si del acompañamiento musical de la tarde se tratase.


 Porque si lo pensamos los días de tormenta son los mejores. Esos días, todo cambia, incluso el olor. 

Beatriz Sánchez

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