Un Judas más





Cuando vivimos en un mundo lleno de injusticias, un mundo lleno de crueldad, un mundo en el que vale más nuestro propio bien que el bien común, un mundo en el que no nos dejan defender lo nuestro o cuando nos dejan hacerlo nuestras palabras se las lleva el viento o quedan atrapadas en los muros del edificio de turno, un mundo en el que la justicia se desvanece cada día mas, un mundo en el que el karma tarda mucho en devolver la jugada, un mundo donde la prioridad es hacer daño y amargarle la vida al vecino.

Me pregunto ¿Cómo somos capaces de reprimir esos instintos asesinos que nos salen cada vez que somos víctima o un simple espectador de esas injusticias? Pues, nos reprimimos porque sabemos que el tiempo, aunque tarde, pone a cada uno en su lugar, porque tenemos más paciencia que el Santo Job y porque seguimos creyendo con todas nuestras fuerzas en algo llamado karma, eso que equilibra los malos actos de las personas. 

Pero a veces desisten las fuerzas y nos encantaría agarrar un cuchillo o una pistola y cogernos la justicia por nuestra mano. Pero es en ese momento, en el que nos damos cuenta que no somos como esos Judas, que van regalando los billetes del tren de la injusticia en forma de besos, que regalan esas puñaladas que duelen más que cien balas en el corazón. Es entonces cuando nos damos cuenta que por muchos siglos que pasen, van a seguir existiendo Judas con los que compartir el planeta, nuestro trabajo o incluso nuestra casa y es entonces cuando tenemos que aferrarnos al karma y a la paciencia de Job.


Porque si el mundo está lleno de Judas y yo he vivido con uno 10 meses.


Beatriz Sánchez

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